Triclosán: un biocida cada vez más extendido en los ecosistemas acuáticos

El Triclosán es un potente agente antimicrobiano de amplia utilización en productos de higiene personal (jabones, cremas, pastas de dientes, desodorantes, geles de ducha, etc.) y en determinados materiales (zapatos, muebles, etc.). En los primeros se utiliza como conservante para evitar su degradación por los microbios, en el segundo caso para evitar el crecimento bacteriano y posibles infecciones (superficies de cocinas) o mal olor (zapatos). Debido a su uso en cremas, pastas de dientes, jabones, etc. éste compuesto termina en las aguas residuales urbanas y al final en las depuradoras de aguas residuales (si existen en el municipio, claro). Debido a que las depuradoras no suelen tener mecanismos para eliminar estos microcontaminantes, el triclosán llega a los ecosistemas acuáticos donde se vierte el agua tratada por las depuradoras. También puede unirse a los lodos de depuradora y de esta forma llegar a los campos de cultivo en donde se aplican como abono. Se producen unas 1500 toneladas de triclosán cada año, de los cuales 450 se aplican en Europa. Un reciente estudio publicado en la revista Environmental Science and Pollution Research ha realizado una evaluación del riesgo de este compuesto para los ecosistemas acuáticos de agua dulce. En el trabajo se revisan los datos para monitorizaciones de campo y se ha visto como este compuesto puede encontrarse en el agua en concentraciones de hasta 2.3 microgramos por litro e incluso se ha encontrado triclosán en sedimentos con una antigüedad de 30 años. Hay estudios que han encontrado triclosán en el plasma humano y en la leche materna. Los organismos más sensibles al triclosán (aparte de los microbios) son las microalgas (algas unicelulares) con inhibiciones del crecimiento a concentraciones de 1.4 microgramos/l. Como se puede ver las concentraciones medidas en campo (hasta 2.3 microgramos por litro) en muchas ocasiones superan a las concentraciones tóxicas en laboratorio, lo que nos advierte del potencial riesgo para el ecosistema. Además para empeorar el problema la vida media de este compuesto va desde unas pocas horas hasta varios años, dependiendo de las condiciones ambientales. Estos autores han mostrado que para el río Elba en el 75% de las muestras de agua analizadas se superó el nivel tóxico para las algas. Debido a esto parece lógico empezar a preocuparse por este compuesto e incluirlo en la monitorización rutinaria de las aguas, especialmente en zonas cercanas a efluentes de depuradoras.

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