¿Los individuos de una población sometidos a un tóxico mueren al azar o hay una rango de tolerancias?

En los últimos años se viene produciendo en el campo de la ecotoxicología un debate sobre esta pregunta. Hasta la fecha la idea clásica en un test de toxicidad con una población de una especie concreta era que la sensibilidad se podía definir por una dosis individual efectiva (IED-Individual effective dose). Esto quiere decir que cada individuo tiene un umbral diferentes de tolerancia a un tóxico, superado ese umbral el individuo muere. Si ordenásemos las frecuencias de estas sensibilidades, la población seguiría una distribución normal, es decir la mayoría de los individuos tendrían una tolerancia intermedia, y unos pocos una tolerancia máxima y mínima. Esto, que es bastante intuitivo, ha permitido aplicar modelos matemáticos (como la regresión Probit) que permiten el cálculo de parámetros como la CL50 (concentración letal que mata al 50% de la población en un tiempo determinado). Por tanto, si a los supervivientes de un test de toxicidad les aplicásemos una CL50 en teoría no debería morir ningún individuo (siempre que la recuperación sea plena tras la exposición), pero algunos estudios no han mostrado esto, con lo cual ha surgido una alternativa que es la teoría estocástica, es decir todos los individuos comparten un umbral similar pero la muerte se produce al azar entre los individuos. En este último caso se podría producir una mortalidad mayor o menor con una segunda exposición, y así sucesivamente. Los estudios son contradictorios y hay resultados para todos los gustos, pero el debate es muy interesante y deja abierto un campo de investigación novedoso en el área de la ecotoxicología.

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